¿Cómo llegue a ser un consultor «completo»?

Mi trayectoria personal me ha llevado por un recorrido casi sin descanso. Con algun año quizá guardado en la trinchera personal a fuerza de fuego y por necesidad. Y si hoy no estoy más activo, más presente, no es porque me enamoré de la torre de marfil… sino porque el costo de vida es cada vez más alto.

Gobiernos liberales con praxis individualistas metodológicas, destruyen los lazos sociales y los sentidos compartidos. Y los costos económicos de construir colectivamente son más altos.

Contar la historia personal es un ejercicio aburrido de autorreferencia. Por lo que voy a obviar la perspectiva autobiográfica tanto como pueda en este post.

Me propongo rescatar valor.

De la música aprendí, que la creatividad muchas veces depende de cuan alfabetizado estemos en el arte que vamos a emprender. Y que muchas de las cosas más locas, tienen un sentido fuertemente lógico, o mejor dicho matemático.

Pero no todo se puede calcular, hay cosas que exceden nuestra capacidad mental como nos lo enseña el ajedrez… hay imprevistos, celadas, errores. Y sin ellos no cabría la posibilidad de hablar de una estrategia.

La narrativa que escribamos, que realicemos, que encarnemos… forma y transforma. Nos forma, nos transforma, y recien luego de eso transforma a otros con sentido. La política también es poesía. Ritmo y métrica, en el slogan, en la marca, en la cadencia al hablar.

La retórica no se basa solamente en ethos, logos, y pathos. Es un constante discurrir de ese ciclo. Es como la escalada, un esfuerzo por conquistar lo inútil. Una busqueda que solo encuentra sentido en el buscar… pues una vez que lograste tu objetivo, como señalan los grandes deportistas, es muy facil entrar en crisis.

Todos los objetivos son temporales, la cima es la mitad del camino, pero siempre es bueno detenerse, respirar y disfrutar de la vista. El verdadero placer está en bajar lo más lento que se pueda, contra toda urgencia.

El goce en política es indispensable, es lo unico que te permite superar las angustias, provocadas por la incertidumbre, las derrotas, las insuficiencias (de recursos, de equipo, propias y personales).

El goce es fundamental para suspender la pulsion de muerte que nos impulsa a luchar los unos contra los otros, y es el ingrediente clave que permite actualizar la legitimidad de los representantes, al menos en los parlamentos. Dicen por ahí que la política es la guerra por otros medios o la suspensión de la eliminación del enemigo -como victoria- por otro parametro: medir la fuerza en un momento determinado, el del voto.

Pero como en toda contienda… hacen falta dos adversarios, como mínimo, por ello la posición idílica de una política «mejor» que haga lo «necesario» para «el bien de todos»… es una gran mentira. Hay goce en creerla, no lo podemos negar. Y es evidente que lo hay porque nos libra de las angustias, muchas, que implica una vida consciente.

La conciencia de uno mismo, del propio cuerpo, del entorno, de la propia mente es un don… que llevado al extremo puede ser una enfermedad. Se me viene a la cabeza la idea de justo medio aristotélico, pero no hay nada de matemático en las cuestiones sociales y humanas.

Conciencia de las propias fuerzas, data, social listening, encuestas, focus, entrevistas, lectura de comentarios, olfato. Todo menos azar. Pues el azar, la suerte, la gran diosa fortuna, es indomable. Pero en su «justa medida», es decir con un criterio humano.

Ese que es evidente hasta que uno empieza a preguntarse ¿Qué es lo humano?

Preguntar es un arte, cada vez que preguntamos alteramos la realidad. Aprendí el verdadero valor de las preguntas muy tarde en la vida… hubiera hecho muchas más. Pero una pregunta dice más del que pregunta que de quien responde.

Y en este mundo individualistas estamos menos dispuestos a dar que a recibir. Esto es parte del paisaje, del entorno, del contexto, de la coyuntura. Hay que exponerse dijo Peron con sabiduría infinita. Y fue mal interpretado en innumerables ocasiones.

Nada nos expone más que pedir ayuda. Ahí radica un desafío y una oportunidad. Hoy veía el video viral del presidente Lula… con lágrimas en los ojos contando como el hambre lo avergonzaba, exponiéndose, con el fin de transmitir una idea: el líder, no solo debe pensar en los liderados, debe «sentir» con ellos.

Vivimos la epoca de la política de las pasiones, que no es lo mismo que de los sentimientos. El racionalismo decimonónico que fue tan influyente en la construcción del ethos nacional de nuestros Estados latinoamericanos (que fueron primero que la nación) no enseñó a desdeñar todo lo que no fuera racional.

La razón, como la concebían los liberales, era un medio… no un fin. El fin era la persona. «El hombre» y las mujeres (¿Obvio o no tanto?). Hoy el discurso liberal ha alterado esos términos, reduciendo la racionalidad a la racionalidad puramente económica. Pero es incapaz de escapar a las pasiones políticas, pues la razon económica nada dice si no es con un fin político.

Hoy la razón es facilmente chatGPTiable, aunque estadisticamente modelada. Los sentimientos aún nos mantienen auténticos, hasta que descubramos como una máquina puede «sentir». Mientras tanto, tenemos la hegemonía del sentimiento.

Llegue a conocer que hay estudios sobre el gobierno algorítimico y con alguno que otro amigo discuto, sosteniendo la idea de que a las personas nunca las va a reemplazar mejor un agente artificial a la hora de gobernar. Porque como dije en este texto, gobernar requiere de empatía, algo que hasta el momento no hemos visto en la IA.

La empatía es fundamental para despertar la creatividad, si no podemos sentir el mundo que nos rodea, las y los otros, nada puede conmovernos. Si no nos conmovemos, nada podemos crear con sentido.

Sin sentido, no hay política.
Sin política, no hay sentido.


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