El profesor Hernández, de la UNC, sostiene que la Constitución es el proyecto político de la Nación. Yo voy más allá: creo que la Constitución es el plan político de la Nación, y la política está obligada a realizarlo en un proyecto histórico y concreto.
Nuestro Estado argentino es una República Democrática y Social de Derecho. Esto no es un detalle menor: el principio democrático se anuncia explícitamente en el artículo 33 de la Constitución Nacional y se suma al principio de igualdad y a la cláusula representativa del artículo 22.
El Estado Social es reconocido por las declaraciones de independencia política, y de independencia económica, así como por el art. 14CN , 14 bis y tratados internacionales con jerearquía constitucional.
Por eso, en una democracia no es válido cualquier proyecto político. Debe haber sustancia de un proyecto nacional para que la representación sea legítima, y ese proyecto debe ser constitucional y efectivo.
¿Por qué Milei llegó a ser presidente?
Vale cuestionarse: ¿Por qué Javier Milei llegó a la presidencia? ¿Quiénes lo pusieron ahí? ¿Quiénes contribuyeron a que lo logre? ¿Qué tan distinto o similar es su proyecto nacional respecto de otros? ¿Cuál es, en esencia, su proyecto?
Estas preguntas son fundamentales porque nos obligan a reflexionar sobre la legitimidad y la orientación de los proyectos que pretenden gobernar la Nación.
La representación no es un cheque en blanco
Los ciudadanos tienen responsabilidades: informarse, ser sensibles a la política nacional, dirigir demandas claras a los políticos, darles mandatos de representación.
Porque la representación no es un cheque en blanco. Un cargo nunca puede ser una navaja en la mano de un mono. Sin control ciudadano, el poder se convierte en un riesgo para la democracia.
Responsiveness y accountability: pilares democráticos
Cuanto mejor es tu estrategia y tu equipo, más capacidad de respuesta (responsiveness) tendrás frente a la ciudadanía. Ese es el camino para ser más accountable, el camino hacia una democracia más sólida.
En la teoría política, esto tiene nombre: accountability. Es una palabra difícil, lo sé, pero su explicación es simple: rendir cuentas. Y su aplicación debería ser igual de clara.
El vínculo de representación es bidireccional: el político gobierna y debe responder por sus acciones, tanto por las estrategias políticas no institucionales como por las decisiones institucionales frente a la ciudadanía.
¿Innovación real o puro marketing electoral?
Incluso los políticos tradicionales buscan innovar y ser novedosos: cambian de etiqueta casi todas las elecciones. Es una estrategia válida, pero insuficiente si no viene acompañada de una construcción de sentido, porque todo político tiene una historia.
Hoy, presentarse como novedad, como outsider, se ha vuelto un valor new age, de la cultura pop. Una estrategia que ha puesto a cuestionables personajes sin formación en cargos públicos. Ser nuevo no alcanza: la política no puede reducirse a un eslogan ni a un producto marketinero. Necesita contenido, coherencia y ética.
Ética democrática: tomar posición y sostenerla
Tomar posición, ser coherente y visibilizarla es parte de ser ético. Y dentro de la ética política argentina, la ética debe ser democrática.
Yo soy consultor político independiente, pero eso no significa ser neutral. Al contrario: me formé en un colegio nacional y en la universidad nacional. No concibo orden político más importante que el orden nacional. Desde esa clave analizo.
El desgaste del vínculo: cuando la calle se pierde
Sí, el análisis retrospectivo es necesario y útil. Pero hay algo más: lo que dinamiza la movilización ciudadana son sus valores morales. Cuando el odio y la envidia hacia “el otro” que recibe un beneficio se agotan, lo que aparece es apatía. Y esa apatía se potencia con la agresión a los más débiles y los hechos de corrupción.
Eso es lo que estamos viendo: personas con necesidades legítimas, damnificadas por las políticas del gobierno, haciendo fila en la calle para ser entrevistadas por los medios. Cuando un gobierno actúa así, camina directo a perder la calle. Y cuando se pierde la calle, se camina hacia una crisis de legitimidad.
Federalismo: el límite de la ambición personal
Hace mucho que no se veía a un gobernador pavoneándose en elecciones de otra provincia. El federalismo también es no injerencia. Sin embargo, vemos a dirigentes recorriendo el país como si fueran candidatos a presidente en medio de elecciones legislativas.
Mientras tanto, el principal partido opositor queda atrás por no resolver su liderazgo. Y cuando los liderazgos no se resuelven, otros llenan el vacío.
¿Entonces, estamos ante una crisis de representación o ante una crisis de responsabilidad?
Quizás ambas. Pero la salida no admite atajos: más control ciudadano, más rendición de cuentas, más ética democrática y proyectos verdaderamente nacionales.
Queda abierta una pregunta: ¿Se le puede pedir más a los ciudadanos y ciudadanas que estan exhaustos, con necesidades insatisfechas básicas, con un cansancio emocional y psicológico que erige barreras entre lo personal y la política?

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