La crisis del sistema educativo argentino en el quinquenio de las IA
El sistema educativo argentino se encuentra en un punto de inflexión. La irrupción de la inteligencia artificial (IA) y la tecnología en la educación no es solo una posibilidad, sino una necesidad imperiosa. Sin embargo, el debate sobre su implementación está anclado en un modelo obsoleto que no termina de definir sus objetivos, metas y medios. Mientras el mundo avanza hacia nuevos paradigmas, Argentina sigue atrapada en una estructura que expulsa a los estudiantes, precariza a los docentes y genera títulos cada vez más devaluados.
El colapso del paradigma moderno
El sistema educativo moderno se edificó sobre la idea de que la escolarización garantizaba movilidad social y formación ciudadana. Pero este paradigma se encuentra en crisis. La hiperinflación de títulos universitarios contrasta con la proliferación de microacreditaciones y certificaciones específicas, lo que pone en duda el valor mismo de la educación formal.
Las políticas educativas han priorizado la expansión del acceso sin revisar qué y cómo se enseña. En este contexto, la IA y la tecnología ofrecen herramientas para repensar la educación de manera integral. No se trata solo de digitalizar contenidos o de implementar sistemas de administración escolar más eficientes, sino de redefinir el sentido mismo del aprendizaje.
IA y tecnología: aliados o amenazas
El uso de IA en la educación abre un abanico de posibilidades:
- Personalización del aprendizaje: Algoritmos que detectan fortalezas y debilidades de cada estudiante.
- Sistemas de Alerta Temprana: Identificación de alumnos en riesgo de abandono escolar.
- Automatización de procesos: Desde la inscripción hasta la emisión de certificados.
- Evaluaciones adaptativas: Pruebas que ajustan su dificultad en función del desempeño en tiempo real.
Pero también existe el peligro de que estas herramientas sean usadas para reforzar modelos de control y segmentación social, en lugar de potenciar el pensamiento crítico y la inclusión. Por eso, su incorporación no puede ser solo una decisión técnica, sino también política y filosófica.
Participación ciudadana y el futuro de la educación
Las reformas educativas no pueden ser impuestas verticalmente. La inclusión de la ciudadanía en la formulación de políticas educativas es clave para lograr consensos sostenibles. Sin embargo, en Argentina los espacios de participación son limitados y muchas veces ineficaces. Los consejos escolares y cooperadoras, cuando existen, están politizados o carecen de peso real en la toma de decisiones.
Es necesario avanzar hacia un modelo de gobernanza educativa donde las familias, docentes y estudiantes puedan incidir en los procesos de definición curricular, evaluación y gestión del sistema. Un mecanismo viable podría ser la creación de foros ciudadanos deliberativos que, mediante herramientas digitales, permitan una participación más amplia y efectiva.
Educarnos para lo humano
Paradójicamente, la revolución de la IA nos obliga a centrarnos en aquello que nos hace humanos. Filosofía, pensamiento crítico, ética y creatividad deben convertirse en ejes centrales del currículo. La automatización de tareas mecánicas hace que las habilidades blandas y la reflexión sean más valiosas que nunca.
No se trata de resistirse al cambio, sino de orientarlo hacia un horizonte deseable. La IA y la tecnología pueden ser herramientas de emancipación o de control. La diferencia la hará la política. Es momento de que la educación argentina deje de reaccionar y empiece a proyectar.
¿Cómo se Corta el Bacalao?
Pero más allá de diagnósticos y debates, una pregunta clave es: ¿cómo se toman realmente las decisiones que afectan a millones de estudiantes y docentes? Lejos de la idealización de la política como un espacio de planificación racional y técnica, las políticas educativas se cocinan en un entramado complejo de intereses, negociaciones y urgencias. Como bien lo plantea Cecilia Veleda en su libro La cocina de la política educativa, comprender estas dinámicas es fundamental para pensar en cualquier posibilidad de transformación real del sistema.
Los actores en la cocina educativa
El Ministerio de Educación no es un ente monolítico, sino un espacio de disputa en el que interactúan múltiples actores:
- Gobernadores y ministros de educación: La educación en Argentina está descentralizada, por lo que las provincias tienen un rol protagónico. Los ministros son figuras políticas que muchas veces llegan al cargo por acuerdos partidarios más que por conocimientos pedagógicos.
- Sindicatos docentes: Son actores de gran peso, capaces de frenar cualquier reforma si no se sienten incluidos en la negociación. Su poder es tal que, en muchas provincias, influyen directamente en la elección de los ministros.
- Equipos técnicos y burócratas ministeriales: Son quienes realmente garantizan la continuidad de las políticas más allá de los cambios de gobierno. Aunque suelen quedar en segundo plano, su rol es clave en la implementación de programas y en la gestión cotidiana del sistema.
- Familias y organizaciones de la sociedad civil: Aunque su influencia es menor, han ganado espacio en los últimos años a través de movimientos ciudadanos y redes que presionan por mejoras en la calidad educativa.
Cómo se toman las decisiones: entre la improvisación y la rosca política
En teoría, las políticas educativas deberían seguir un ciclo lógico: planificación, implementación y evaluación. En la práctica, este proceso es fragmentado e inestable. Veleda describe cómo los ministerios funcionan muchas veces como «centrales de bomberos», apagando incendios en lugar de pensar en soluciones de largo plazo. La improvisación es la norma, y muchas veces las decisiones se toman en función de la coyuntura política antes que de un diagnóstico serio sobre el estado del sistema.
La falta de continuidad es otro problema grave. Cada nueva gestión llega con su propia agenda, descartando muchas veces lo hecho por la anterior. Esto no solo genera desperdicio de recursos, sino que dificulta cualquier proceso de mejora sostenida.
El papel de la participación ciudadana
Si el sistema educativo no responde solo a lógicas técnicas, sino también políticas, entonces la participación ciudadana es clave. Sin embargo, en Argentina los espacios de participación real son limitados. Los consejos escolares y otros organismos suelen estar cooptados por estructuras burocráticas que los convierten en poco efectivos.
Para que la ciudadanía tenga un rol más activo, es fundamental crear mecanismos que permitan incidir en la toma de decisiones. Un ejemplo podría ser la institucionalización de foros deliberativos donde docentes, familias y estudiantes puedan debatir y proponer cambios concretos.
Una crisis en múltiples frentes
La crisis de la educación en el país no es solo una cuestión de inversión insuficiente o baja calidad docente; es también un problema de diseño del sistema, que no ha sido capaz de adaptarse a las transformaciones tecnológicas y sociales de los últimos años.
El desafío de medir la educación en América Latina
Hablar de educación sin hablar de datos es hacer política a ciegas. En América Latina, el 75% de los estudiantes no logran niveles básicos en matemáticas y el 55% en comprensión lectora, según el informe del BID de 2024【BID】. Pero, ¿cómo llegamos a estos números? Gran parte del problema radica en que nuestros sistemas de evaluación no están alineados con políticas de largo plazo, y muchas veces las decisiones se toman sin datos actualizados o comparables.
La falta de continuidad en las evaluaciones nacionales es un síntoma de esta crisis. Mientras países como Chile han logrado consolidar sistemas de monitoreo estable, en Argentina las pruebas Aprender han sufrido vaivenes según el gobierno de turno. Esto impide construir diagnósticos sólidos y, por lo tanto, diseñar políticas que no dependan del cortoplacismo electoral.
¿Qué mide el éxito educativo?
El problema no es solo cómo se mide, sino qué se mide. La educación en el siglo XXI no puede reducirse a evaluaciones estandarizadas en matemáticas y lengua, sino que debe integrar competencias socioemocionales, pensamiento crítico y habilidades digitales. Sin embargo, los sistemas de evaluación en la región siguen anclados en un paradigma industrial de la educación, donde el objetivo es producir estudiantes «aptos» para el mercado laboral sin considerar otras dimensiones del aprendizaje.
Los datos muestran que, además de los bajos resultados en pruebas internacionales, América Latina enfrenta problemas estructurales en la retención y finalización de estudios. En Argentina, solo el 67% de los jóvenes terminan la secundaria, y las tasas de deserción son aún más altas en sectores vulnerables【BID】. La falta de incentivos para permanecer en la escuela, sumada a currículas rígidas que no dialogan con las realidades locales, contribuyen a que miles de jóvenes queden fuera del sistema.
Tecnología, IA y el nuevo pacto educativo
Si la educación está en crisis, es necesario repensar su estructura desde sus cimientos. La inteligencia artificial y la tecnología pueden ser aliadas en este proceso, pero solo si se integran con un enfoque pedagógico claro. Automatizar la enseñanza sin modificar los objetivos educativos es simplemente digitalizar el problema.
En América Latina, la brecha digital sigue siendo un obstáculo. Mientras que en los países de la OCDE el acceso a computadoras en las escuelas es prácticamente universal, en Argentina el 20% de los estudiantes aún no cuenta con dispositivos digitales en el aula【BID】. La desigualdad en el acceso a la tecnología no solo limita el aprendizaje, sino que profundiza la brecha de oportunidades entre los distintos sectores sociales.
Para que la IA sea parte de la solución y no del problema, es fundamental que la política educativa la incorpore como una herramienta para personalizar el aprendizaje, mejorar la formación docente y optimizar la gestión educativa. Esto implica ir más allá de la simple compra de equipos y desarrollar estrategias que realmente transformen la enseñanza y el aprendizaje.
No hay transformación sin datos
Si queremos un sistema educativo que realmente prepare a las próximas generaciones para los desafíos del siglo XXI, debemos empezar por cambiar la forma en que medimos el éxito educativo. Las pruebas estandarizadas siguen siendo necesarias, pero deben complementarse con evaluaciones que incluyan habilidades socioemocionales y digitales.
La IA y la tecnología pueden jugar un papel clave en este proceso, pero su integración debe estar guiada por una visión educativa clara y no por la lógica del mercado. Si seguimos ignorando los datos, seguiremos improvisando políticas sin rumbo. Y en un mundo donde la educación es la base del desarrollo, eso es un lujo que Argentina no puede permitirse.
No se puede enseñar con tiza a nativos digitales
El aula tradicional, con su pizarra, tiza y bancos alineados, es un vestigio de otra era. En un mundo donde la inteligencia artificial y la automatización redefinen el trabajo y la producción de conocimiento, seguir formando estudiantes con metodologías del siglo XIX es una receta para el fracaso. La educación argentina, y la de muchos países de la región, no solo carece de los recursos tecnológicos para la enseñanza digital, sino que tampoco ha integrado la IA y la programación como herramientas centrales del aprendizaje.
Infraestructura y alfabetización digital: las bases de la educación del futuro
En los países que han apostado por la IA en educación, como China, Singapur o Estonia, la formación en programación y aprendizaje automático comienza desde la educación primaria. No es casualidad que estos países lideren la innovación tecnológica global. Mientras tanto, en América Latina, el acceso a computadoras y conectividad sigue siendo desigual: el 20% de los estudiantes argentinos no tiene acceso a dispositivos en el aula y en países como Paraguay o Guatemala, más de la mitad de las escuelas carecen de conectividad básica【BID】.
Invertir en infraestructura tecnológica no es un lujo, es una necesidad estratégica. La IA y la programación no son solo habilidades técnicas, sino lenguajes esenciales del siglo XXI. No enseñar programación hoy es equivalente a no haber enseñado a leer y escribir en la era industrial. Si Argentina quiere ser parte del mundo del futuro, necesita formar estudiantes que no solo usen tecnología, sino que la diseñen y comprendan.
Filosofía y humanidades: el contrapeso necesario a la IA
Pero educar con IA no significa abandonar las humanidades. Al contrario, el pensamiento crítico, la ética y la filosofía son más necesarios que nunca. La IA no es neutral; sus algoritmos reflejan los sesgos de quienes la diseñan. Modelos de IA entrenados en inglés, con datos del hemisferio norte, responden a lógicas culturales y económicas específicas. Si Argentina no desarrolla su propia inteligencia artificial, estará perpetuando una dependencia tecnológica que la coloca en desventaja frente a los países que controlan estas herramientas.
El filósofo alemán Günther Anders advertía que la tecnología puede avanzar más rápido que nuestra capacidad de reflexionar sobre ella. Si formamos programadores sin pensamiento crítico, corremos el riesgo de crear sistemas sin cuestionar su impacto social y ético. La educación debe equilibrar el desarrollo técnico con una formación humanística robusta que permita a los futuros profesionales comprender las implicancias de la IA en la sociedad.
Soberanía tecnológica y supremacía en IA: una cuestión estratégica
Los países que hoy lideran la carrera por la IA no lo hacen solo por interés económico, sino porque comprenden que el dominio de esta tecnología es una cuestión de soberanía. Estados Unidos, China y la Unión Europea han diseñado estrategias nacionales para la supremacía en IA, invirtiendo miles de millones en investigación y educación. Argentina y América Latina no pueden darse el lujo de ser solo consumidores de IA; necesitan formar profesionales capaces de desarrollar, auditar y regular estas tecnologías.
El sistema educativo debe convertirse en el semillero de una estrategia de IA soberana. Esto implica no solo enseñar a programar, sino desarrollar infraestructuras de datos propias, impulsar modelos de IA entrenados con datos locales y fomentar una cultura de innovación tecnológica desde la escuela primaria hasta la universidad.
Conclusión: Enseñar para el futuro, no para el pasado
Seguir educando con herramientas del siglo XX a estudiantes del siglo XXI es condenarlos a la irrelevancia. La IA y la programación deben ser ejes centrales de la educación, pero integradas con una visión filosófica y humanística que garantice su integridad con la vida humana y su uso estratégico. No se trata solo de mejorar la educación, sino de asegurar que Argentina tenga un rol en la construcción del futuro. La pregunta no es si debemos adoptar la IA en la educación, sino cómo lo hacemos para que nos sirva como herramienta de desarrollo y no como mecanismo de dependencia.
Diez Desafíos para Repensar la Política Educativa Argentina en la Era de la IA
- Educación y Soberanía Tecnológica – ¿Cómo puede Argentina desarrollar una estrategia educativa que le permita no solo consumir IA, sino también producirla y regularla desde un enfoque soberano?
- Inversión en Infraestructura Digital – ¿Qué modelo de financiamiento y desarrollo tecnológico necesita el sistema educativo para garantizar acceso equitativo a dispositivos, conectividad e inteligencia artificial en las aulas?
- Humanidades y Tecnología: Un Nuevo Equilibrio – ¿Cómo integrar filosofía, pensamiento crítico y ética en la formación tecnológica para evitar sesgos en la IA y promover un uso responsable de la tecnología?
- Currículum del Siglo XXI – ¿De qué manera se debe actualizar el diseño curricular para incluir programación, alfabetización digital y habilidades para la automatización sin descuidar las competencias socioemocionales?
- Nuevas Metodologías de Evaluación – ¿Cómo medir el éxito educativo más allá de las pruebas estandarizadas, incorporando aprendizajes en habilidades digitales, creatividad e innovación?
- Desigualdad Educativa y Brecha Digital – ¿Cómo pueden las políticas públicas garantizar que el acceso a la educación digital no profundice la brecha entre sectores socioeconómicos?
- Participación Ciudadana en la Educación – ¿Qué mecanismos de deliberación pública pueden abrir la política educativa a la ciudadanía, asegurando legitimidad y consenso en las reformas?
- Formación Docente para la IA – ¿Cómo se debe transformar la formación docente para que los educadores puedan integrar eficazmente la inteligencia artificial y la tecnología en sus prácticas pedagógicas?
- El Futuro del Trabajo y la Educación – ¿Cómo debe la política educativa prepararse para los cambios en el mercado laboral impulsados por la automatización y la IA?
- Estrategia Nacional de IA en Educación – ¿Debe Argentina definir un plan estratégico específico para la incorporación de la inteligencia artificial en la educación, alineado con sus objetivos de desarrollo y competitividad global?
Epilogo
La IA llegó para quedarse, cuestionar hoy la producción con IA generativa es similar a cuando se cuestionaba a lo escrito mecanográficamente o en un teclado frente a lo escrito a mano. No hay que caer en debates superficiales, academicistas, o conservadores del status quo. El desafío es innovar.
Ocho Pasos para Actuar Ya en la Transformación de la Educación en Argentina
Organizarse y Movilizarse – Construir redes con otros actores del sistema educativo para incidir en la agenda pública, presionar a los gobiernos y generar propuestas concretas para una educación alineada con el siglo XXI.
Promover el Debate Público – Organizar y participar en espacios de discusión sobre el futuro de la educación, como foros ciudadanos, debates en redes y mesas de trabajo con docentes, estudiantes y especialistas.
Exigir Inversión en Infraestructura Digital – Impulsar iniciativas y peticiones para que se garantice acceso equitativo a tecnología en las escuelas, desde conectividad hasta dispositivos para estudiantes y docentes.
Incorporar IA y Programación en el Aula – Si eres docente, incluir herramientas digitales y enseñar conceptos básicos de IA y programación dentro de los contenidos curriculares, aun cuando no esté formalmente establecido.
Fomentar el Pensamiento Crítico y la Filosofía – Generar espacios de reflexión sobre el impacto de la tecnología en la sociedad, promoviendo debates sobre ética digital, sesgos algorítmicos y el rol de la IA en el futuro del trabajo.
Impulsar Políticas de Participación Ciudadana – Proponer mecanismos para que la comunidad educativa (familias, estudiantes y docentes) tenga voz en las decisiones sobre currículum, formación docente y financiamiento educativo.
Conectar con Experiencias Exitosas – Aprender de modelos educativos innovadores en el país y en el mundo, difundiendo buenas prácticas y estrategias que puedan ser adaptadas al contexto argentino.
Demandar Formación Docente en IA y Tecnología – Presionar para que los institutos de formación docente y las universidades incorporen capacitación en nuevas tecnologías como parte del desarrollo profesional de los educadores.
FIN.-
*Escrito parcialmente con IA.


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